Cuando era estudiante una de las cosas que más me preocupaba era tener que llevar la flauta a reparar, ya no solo por lo que le pudiera ocurrir, sino por cómo iba a quedar después. Supongo que no seré el único que tiene esta preocupación y por ello he querido trasladar a nuestro taller estas inquietudes, para ofrecer un servicio que me pueda satisfacer.
Es normal que todos los talleres de reparación de flautas se vanaglorien de lo bien que lo hacen o de la calidad de sus productos pero, además de eso, lo que realmente importa es comprobar bien la reparación y que, el flautista que las pruebe (si es que es flautista) tenga la capacidad de discernir entre un buen ajuste y un ajuste normal.
En nuestro caso cada flauta la pruebo personalmente, para verificar su ajuste y comprobar si es necesario realizar algún ajuste extra. Soy consciente de que hacer esto no es muy común, pero como flautista, pienso que es lo mínimo que hay que hacer y, si la reparación tarda un día más no me importa, porque me tiene que convencer.
Hasta el ajuste de la flauta más económica tiene que realizarse con el mismo rigor, siendo conscientes de las diferencias y posibilidades técnicas respecto a una flauta de mejores prestaciones, pero ¿Por qué un flautista tiene que sufrir por tener una flauta u otra? No sería bueno despreciar flautas por su calidad.
Teniendo todos estos aspectos en cuenta, me tranquiliza saber que, cuando una flauta sale del taller, el trabajo está bien hecho.
Espero que donde lleves a reparar tu flauta tengas la misma confianza.
