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Música y Alzheimer

El nivel de salud de la población española ha experimentado un notable progreso a lo largo del siglo XX, cuya consecuencia es el aumento de la esperanza de vida con el consiguiente envejecimiento de la población y convirtiendo a la enfermedad de Alzheimer en la enfermedad neurodegenerativa más importante hoy en día cuyos aspectos fisiopatológicos a nivel celular analizaremos posteriormente. Uno de los principales puntos que tenemos que tener en cuenta para comprender la enfermedad de Alzheimer es el cometido que tienen las neuronas en el envejecimiento cerebral.

El cerebro se encuentra compuesto por millones de neuronas que se encargan de distribuir, procesar y crear estímulos a toda la información que recibimos diariamente. Estas neuronas se encuentran interconectadas entre sí formando complejas redes neuronales por las cuales viajan los impulsos nerviosos

Según diversos estudios llevados a cabo por Coleman y Flood (Martínez, Hachinsky, 2001) se ha podido comprobar que durante el envejecimiento la disminución del número de neuronas no es significativa y dicha disminución, si se produce, no se observa en todas las áreas corticales. Sin embargo existe una gran contradicción al respecto, ya que se ha demostrado que la muerte neuronal se produce y que está acompañado por distintas proteínas que controlan este proceso (Bcl-2, Bax, Fas, Caspasa-8, Ras, Mek, Erek) (Toledano, Álvarez, Lloréns, Lacruz, 2004).

Durante el envejecimiento, el cerebro experimenta un decremento en su peso y volumen, así como un incremento del tamaño de los ventrículos. En este proceso se produce una disminución del número de contactos sinápticos, es decir una menos capacidad para almacenar información. Este hecho produce que las moléculas encargadas de distribuir la información entre las neuronas, los neurotransmisores, se vea afectado durante este proceso de envejecimiento. Entre los neurotransmisores más afectados se encuentran los Acetilcolinergeticos, dopaminergicos y noradrenergeticos.

Desde el punto de vista molecular, entre los múltiples orígenes de esta enfermedad, se encuentra la presencia de diversas estructuras aberrantes en el cerebro; la proteína Amiloide beta, la proteína tau y los procesos de oxidación. Por tanto estos factores influyen directamente al proceso de deterioro de los neurotransmisores y a la transmisión de información cerebral que produce la pérdida de memoria y deterioro cognitivo.

Durante el transcurso de la enfermedad de Alzheimer aparecen trastornos del comportamiento, que varían dependiendo de cada paciente. Como afirma el doctor Cummings (Martínez, Hachinsky, 2001), “la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neuropsiquiatrica, no un simple trastorno por pérdida de memoria”. Esto supone que el tratamiento de esta enfermedad no tiene que ceñirse únicamente a los aspectos cognitivos sino que deberá incluir el resto de alteraciones psicológicas que se manifiesten.

Junto con el tratamiento de estas patologías mediante vías terapéuticas no farmacológicas, se une la atención que se debe prestar a los familiares. Los trastornos del paciente influyen en mayor o menor medida en el nivel de sobrecarga familiar. Estos cuidadores juegan un papel muy importante en el tratamiento de estos trastornos pueden ser de gran ayuda a la hora de tratar problemas de conducta, como evitar situaciones agresivas, reducir estrés o aplicar las terapias adecuadas de una manera individual para cada paciente.

Se ha comprobado como la música, ya sea de carácter popular o clásica, influye de manera significativa en la estimulación de ciertos neurotransmisores, afectando directamente en el comportamiento de los pacientes. Sin embargo la implantación de este tipo de terapias se centra fundamentalmente en los hospitales y centros residenciales, sin tener un desarrollo ambulatorio.