Por Patricia moquillaza. Escenario a la vista
Patricia Moquillaza es una flautista y Psicóloga residente en Madrid. Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y graduada en composición por la Universidad Europea. Con su experiencia nos ofrece una visión especial a la hora de afrontar nuestras actuaciones.
¿Quién no ha sentido alguna vez una paz física y mental después de tocar delante de un público?
Siempre nos acompañan esos temidos nervios, detrás de una retahíla de frases de nuestros mejores amigos, que intentan servirnos de ayuda, como: lo vas a hacer genial, eres increíble, tú puedes, luego nos iremos de cañas ya verás… El caso es que estas frases son geniales y ayudan a que nos suba el ánimo y quizá también nos da ese empujoncito que necesitamos para hacerlo. Sin embargo, los nervios siguen y nos persiguen como si ese día fuéramos su único objetivo.
En realidad, los nervios no se van a ir de un día para otro, ni mucho menos con una palabra mágica que los haga desaparecer, aunque…¿sería genial verdad? – o quizá no fuera eso tan genial…
Muchas veces habremos escuchado la siguiente máxima: “Todo tiene una parte positiva”- (imaginad diciendo esto con una voz altamente repelente). Es una frase muy común, que nos ayuda a racionalizar las situaciones, darles un por qué para ordenarlas y ajustarlas en nuestra cabeza, y quizá una pequeña parte sea verdad, aunque es mucho más rica la experiencia que brota de esa frase, la experiencia que con los años va tomando una fuerza descomunal. En realidad, los nervios pueden estar ahí dándonos el día, la tarde, haciendo que ese día sea recordado como un día no disfrutado, haciéndonos perder el control y miles de cosas más, pues cada ser humano es único e irrepetible, y los causantes de esos nervios, llamémosles ahoraayudantes-, serán por tanto, múltiples y complejos. Estos nervios llamados ayudantes, son aquellos que se presentan como necesarios en determinados momentos de nuestra vida, y que nos ayudan, -por eso les llamamos ayudantes- a permanecer en alerta y muy atentos. La desazón comienza cuando esos nervios sobrepasan la línea de la ayuda, y no hacen más que empeorar nuestro estado de nervios. Y aunque esto seguramente ya lo sabemos, lo siguiente que nos preguntamos es: ¿y qué demonios puedo hacer en esos momentos? Bueno, en realidad no se trata de un cambio que podamos hacer en un minuto, sin embargo, sí podemos trabajar en ello. Los músicos, por ejemplo, al presentarnos a una prueba importante o que suponga mucho para nosotros, generalmente habremos estado ensayando una gran cantidad de horas para sacar lo mejor de nosotros en la audición. Pues ocurre algo parecido con esos nervios que bailan entre nosotros en algunos momentos de nuestra vida -o muchos. La sensación que nos provocarán esos nervios se irán diluyendo a medida que trabajemos en las situaciones que se nos presenten. Una de las pautas más importantes, en caso de que nos sintamos muy nerviosos antes de una audición, es siempre presentarnos a ella. El hecho de que abandonemos antes de salir a tocar, o que pongamos una excusa para no subir al escenario sólo hará que nos quede una laguna de arrepentimiento. ¿Alguna vez sentisteis esa pequeña sensación de felicidad al aún sintiendo unos nervios enormes, pero finalmente vuestra mente dijo: ¡vamos!, y disteis el primero paso en los escalones hacia el escenario?
Esa es la felicidad que produce el hacer algo que en lo más profundo deseamos hacer con todas nuestras fuerzas, pero momentáneamente algo nos lo impide- los nervios, la ansiedad. La ansiedad es ya muy común en nuestro entorno, y es algo con lo que no podemos luchar de frente, con escudo y espada, sino más bien dejarnos sentir qué es lo que está pasando y ser astutos y astutas para ver de qué forma podemos relajarnos, y hacer frente a diversas situaciones; pero una cosa está muy clara: intentar por todos los medios no evitar las situaciones que nos produzcan ansiedad, sino hacerlas, subirnos a ese escenario, y aunque aquello que toquemos, representemos o cantemos, haya estado desafinado, en otra tonalidad, o incluso el público se haya quedado medio confuso con nuestra actuación, la felicitación será la nuestra, por haber enfrentado la situación y a haber convencido a nuestros pies de que subieran a ese escenario.
Me gustaría dejar una pequeña frase, que mucho tiene que ver con el proceso en el cual nos encontramos cuando tenemos ansiedad y que si la lectora o el lector lo creen oportuno, pueden penar en ella y ver que ideas o reflexiones emanan de sus cabezas.
“Tan pronto como algo tiene lugar, ya forma parte del pasado»